29 ago 2009

LA CRITICA OPINA: GLORIA MENDOZA BORDA; POESIA Y EXISTENCIA HUMANA DE MUJER





*Giovanna Minardi

"La verdadera capacidad estética de América Latina es la de convertirse en un mundo indio". Estas palabras, casi proféticas de Gamaliel Churata creo que no se han verificado aún en el Perú "posmoderno" de las últimas décadas. ¿Existe una poesía, una narrativa, un ensayo andino? Pero, ¿es que no existen artistas en el Ande? ¿existen sólo artesanos? ¿Sólo una sorprendente naturaleza y una infame pobreza? ¿Sólo un pasado de esplendor que enorgullece hasta el más racista de los peruanos? Todo esto podría preguntarse una investigadora literaria italiana como yo, preguntas a las que no he encontrado respuestas claras, y sin embargo, todavía vive un presente andino hecho de desprecio, olvido y sarcasmo hacia el hombre y la ciudad de la sierra.

Este es el Perú que he visto, recorrido y sobre todo leído. No veo un atisbo de nuevo indigenismo, no veo un Arguedas, no veo un Gamaliel Churata, no un Mariátegui; el panorama literario y poético peruano, si bien con el ascenso y reafirmación de voces femeninas, es casi exclusivamente urbano. Todavía me choca el injusto desbalance entre el centro y la periferia; que me conste, no hay una sola institución en el Perú dedicada a la propagación, conservación, difusión de la literatura que existe fuera de Lima. Y este desprecio feroz por la cultura indígena -andina o urbana, serrana o costeña, nativa o amazónica, o como queramos llamarla- se refleja en la ausencia clamorosa de una "inteligencia" que desde el sector público o privado apoye la creación andina.

Por todo eso acepté encantada la propuesta de Gloria de presentar su libro, aunque mi especialidad es la narrativa y no la poesía. Pido disculpas por el status de mis palabras, que son sólo las de una simple lectora de poesía. Conocí a Gloria en agosto del 2000; había ido Arequipa justamente con la intención de descubrir lo que escribían allí las mujeres, si existía en la segunda ciudad del Perú un arte vivo, genuino. si bien sumergido, tarea que resulta muy difícil, casi imposible desde cualquier biblioteca limeña. La impresión de esta mujer morena, casi triste, extremadamente amable y tierna, diría, no me permitió vislumbrar su poesía. Leerla fue una sorpresa.

La poesía de Gloria tiene sus vértebras precisas, sus recurrencias. Los nombres de flores, por ejemplo: "una kantuta profunda/ alegra mi camino/"; "fugaces crisantemos/ inclinan la cabeza/ hacia mi sol". La naturaleza es protagonista de muchos poemas, el alma de la poeta se diluye casi, en una íntima simbiosis, en los elementos que le ofrece la naturaleza de sus páramos. El agua es quizás la figura más frecuente -río, lago, agua viva- trazándose una clara línea simbólica: agua generadora de vida y propiciadora de muerte, mujer atormentada, nostalgia: "...Quisiera hundirme/ en el río/ que fluye/ interminablemente/ en las montañas ocultas/ de mi piel (...) solo queda/ mi antigua imagen en el agua". El agua vital, el agua amenazadora, el agua eterna, implacable, de todas maneras, es para la poeta la vida que inexorablemente hay que vivir, su existencia humana de mujer que busca su propia imagen, "busqué/ mi nombre/ en el trébol".

La infancia y la adolescencia se nos presentan en un lugar aún más perdido, aún más andino que Arequipa: Puno, punto y origen de todo inca, con un lago color azul divino y una meseta arisca e interminable. A Gloria de su pasado todo le oprime, todo es nostalgia, todo es pérdida, todo es sorpresa, aunque adivinamos que habrá sido una infancia no siempre fácil, perdida entre "Los tejados del recuerdo y el viento del río Sollata..." Sin embargo, Canto a mis cabellos expresa el tormento interior por un pasado que ya se ha disuelto pero, a la vez, el deseo de no detenerse en el llanto nostálgico; la poeta busca una nueva historia, aunque sean "nuevas islas".

Otra constante podría ser el uso de palabras indígenas, quechuas y aymaras; claro, uno podría preguntarse cómo evitarlas, si los nombres esenciales -los ríos, los toponimios, los diminutivos, los animales, los cerros- todos se llaman en quechua, todo se nombra en aymara. "Los primeros putucos; Puente Ramis; Puerto Puquis; Compuerta de Ayabacas; Yatiri aymara, etc." Pero no se puede no recordar cómo este haya sido un recurso usado por tanto aventurero literario con remordimientos indígenas que ponían un nombre indio a su corona de palabras españolas. Difícilmente hemos encontrado la transcripción literaria del mundo indígena al español sin que pierda su poesía, quizás sólo Arguedas en la narrativa y Zabala Cataño en el teatro. Gloria usa un correcto español y la inclusión de estas palabras nativas refuerza su poesía, pero también dándole, a veces, un toque de pintura naive, así como cierta inflexión poética castiza: oh maravillosa altiplanía" o "oh la apacible tarde/ de los pueblos"

Si bien Dulce naranja dulce luna está conformada por varios poemarios, que no están fechados, se ve en él una cierta unidad espiritual, cierto filo lógico o irracional, como, por ejemplo, el ya citado personaje de la naturaleza, domada e indomable: "río(...) río adentro/ balsero río (...)/ sigues en mí río/ horadando/ todos los encuentros..." Paisaje que se funde en el recuerdo, con la vivencia, con el pasado próximo y lejano: "En Huancané/ aprendió el lenguaje del vientre del lago (...) Huancané es el recuerdo de es el recuerdo de carnavales andinos..." Desde este paisaje secular Gloria puede pasar al territorio de su poesía: a la palabra poética "la persigo entre la fruta" y "reaparece/ en una metáfora/ enredada/ en la negra cabellera de mis hijas..." o a cantarle a sus heroínas -Rigoberta Menchú o Frida Kahlo- o a sus hijos, sus tesoros: "En cada arroyo/ en cada árbol/ en cada puñado de tierra/ busco un lugar para mi hijo..." o "la mirada de mi hija/ se parece/ a la memorable lluvia/ de Sicuani..."

En el poemario a Frida Kahlo, Canto a la paloma del elefante, la escritura de Gloria se ve perturbada, influenciada por la historia de las vejaciones que sufrió la pintora por parte del maestro Diego Rivera, por la asfixiante inclinación de Frida de pintarse una y otra vez hasta el infinito por su coraje intelectual y hasta por su decisión de vestirse con atuendos indígenas, algo que una artista peruana de origen andino muy difícilmente haría. Vislumbra en este homenaje poético una tentativa de buscar modelos femeninos fuertes que puedan definir una genealogía matrilineal, aunque la poesía de nuestra poeta debería quizás ahondar más en la cosmovisión simbólica femenina.

Uno de los clichés que puede tener un observador extranjero es que una poesía que se forja en el mundo andino o amazónico, además de hablar del mundo interior o de la naturaleza, deba incluir, referencias incluir referencias a la violencia social, a la devastación de un país maravilloso como el Perú, al desprecio por la cultura andina de parte de la burguesía blanca o del falso criollo, o hasta a la estafa endémica por parte de los políticos de comparsa que siguen ignorando el Perú profundo. En la poesía de Gloria aparecen tenues referencias al terror causado por el fanatismo, a la conservación de este régimen semifeudal del campesino, al machismo exasperado, no caben la venganza y la tortura brutal del indio contra el indio, gritos contra el analfabetismo, contra la tribu de niños vejados y desamparados. Su poesía de versos medidos, palabras exactas, escasa puntuación, despojada de artificios es lírica, nostálgica, introspectiva.

Como Dulce naranja dulce luna es la suma de varias épocas, de varias visiones, de varias transformaciones que sufre la poeta, y si bien su verso no es nuevo, ni "telúrico", su casi respetuoso silencio, su mirada melancólica sobre lo que la rodea, su notoria "puneñidad", le dan un peso notable en la poesía del interior del Perú, una poesía que hasta el momento resulta ser marginal, relegada al círculo mínimo de sus conocedores, y a veces, concientemente ignorada.

En Europa la publicación de un poemario es una empresa audaz que muchas veces pasa desapercibida, ya son pocos los jóvenes que compran libros de poesía, está irrumpiendo una poesía visual, mediática, una poesía espectacular o musical, mientras que en el Perú extrañamente se sigue publicando, (seguramente es más fácil, aunque no rentable), y se siguen haciendo congresos de poetas, encuentros de narradores. Entonces, creo que habría que canalizar esta fuerza, fomentar la aparición de nuevas corrientes y apoyarlas, rescatar a esta legión de literatos subterráneos que pululan en el interior del país.

Vuelvo a la pregunta inicial si es que existe una estética andina, india, nativa. Es posible que éste sea el camino de una parte importante de la literatura peruana, el de recomocerse en su pasado indígena, en su escenografía andina, en su mundo maravilloso, mágico y surreal del que nos ha dejado huellas y letras Arguedas. Y no sólo mirando el pasado o recreando el presente, sino también, y sobre todo, inventando un lenguaje, una retórica, unas metáforas e imágenes del Perú del futuro. Gloria ha abrazado esta búsqueda, su pasión, su honradez intelectual, su humildad me empujan a terminar con estas palabra "Continúa , Gloria, continúa buscando tu propio camino".

(*) Escritora, catedrática de la Universidad de Palermo, Italia.

FUENTE:http://www.angelfire.com

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