29 ago 2009

HOMENAJE: Mílida Castillo y las escritoras de Puno



Por:Boris Espezúa Salmón

Con mucho pesar el martes 04 de agosto dejó de existir Mílida Castillo Villagra, poeta puneña, que por razones no tan esclarecidas y de modo sorpresivo decidió dejar éste mundo para abrir los ojos en la eternidad o en el Olimpo donde moran los aedas. Mílida había iniciado la creación poética en la década de los ochenta, además de ser conocida como buena intérprete de canciones de tierra adentro, de huaynos pandilleros, zambas y chacareras, se destacaba como bailarina de diversas danzas tanto nacionales, por cierto puneñas, como también extranjeras, eran años en que se le veía radiante, y llena de vida, con vocación propositiva siempre se identificó con las causas sociales, y es así que fue docente universitaria en la carrera de Trabajo Social, condujo por muchos años programas radiales de música latinoamericana, trabajó en la Vicaría de Solidaridad, y por cierto en el Hospital “Manuel Núñez Butrón”, fue integrante del Instituto Americano de Arte y miembro-fundadora del Centro de Escritoras de Puno. En los últimos años más bien tuvo un fuerte retraimiento, que la mantuvo alejada del quehacer cultural, de aquél que en las décadas del 80 y del 90 aglutinaba con incansable iniciativa en varias actividades; su amistad con poetisas como Liliana Quinto, Betty Reboa hacían presagiar un futuro poético destacable en poetas que tenían todas las cualidades para desbrozar nuevos rumbos en la tradición literaria hacia niveles intercontinentales desde Puno.

Quien escribe estas líneas la conoció por la década del ochenta cuando se escuchaba los versos de Mílida, junto a Carmen Cano en las horas de los programas románticos de las cinco de la tarde en Radio La voz del Altiplano, en una fecha coincidimos cuando a ambos nos invitaron para leer versos, y fue donde empezó una amistad de siempre, Mílida participó en el grupo de jóvenes de aquellos años, que produjo poesía en revistas como “Catarsis”, “Piezas”, “Umbral” “Los jóvenes escriben”, eran tiempos de irreverencia, de instaurar una vanguardia que pudiera conciliar la tradición con cierta modernidad en la que no se repita lo trillado de una poesía lastimera, paisajista, decorativa e inauténtica, sino más bien que pueda expresar lo nuestro de modo coloquial, crudo, sugerido, metafórico, cuidando la palabra exacta y no cayendo en el panfletarismo, y los lugares comunes, Mílida es así que asumió el trabajo poético haciendo paralelamente un trabajo de servicio social junto al Padre Luis Zambrano, y volcando su interés por apoyar a las personas sumidas en esa costra siempre marginal y presente que es la pobreza, no sólo material sino principalmente cultural, de allí la vocación por lo nuestro por las raíces que lo llevó a preparar el único poemario orgánico e inédito pero, que habla mucho de la posición difícil de la mujer en los predios de la literatura, de los ámbitos de una cultura peruana que aún privilegia el cánon y el centralismo, éste poemario se titulaba “Mujer Raíz” y probablemente quienes puedan poseer una copia sea José Luis Ayala, Jospani, o José Luis Velásquez, quienes estarían llamados a difundir el texto con los deudos de Mílida, estos poemas que estoy seguro reflejan un avance expectante de nuestra poesía puneña escrita por mujeres, engrosando ya una tradición que existe junto a Mercedes Bueno Morales, Gloria Mendoza, y muchas otras aglutinadas ahora en el Centro de Escritoras de Puno, que dieron y dan lauros a nuestra región.

En el año 1985, se publicó una muestra de poesía puneña por el Grupo Lluxlla, “Poesía Viva” donde aparece tres poemas de Mílida Castillo, quizás fueron los únicos o entre otros únicos los que se conocen oficialmente, de dicho texto, escogemos: “Irremediable: La tarde escondió sus ojos/ dentro de mis carcajadas. Se ondula mi mente / en fuertes tambores / de aquel tiempo. Son los meses sin tus años irremediables sueños sin horizonte / donde se perpetúa la tormenta en su ausencia de Luz”. Mílida no era alguien que empezaba en poesía sabía del duro oficio de escribir, de depurar y sudar en la composición de un verso, por ello en el año 2008, cuando se presentó CELAJES, antología poética del Centro de Escritoras de Puno, quizás donde fue su última presentación pública, dijo que la poesía se escribía con transpiración y no con inspiración, dijo que le complacía de ésta producción que revelaba la reivindicación femenina de la mujer en nuestro medio, sin embargo después de la presentación de aquella tan concurrida noche en El Kuntur, comentó estar muy animada para retomar la conclusión de su libro, y la edición del mismo, pero, más pudieron los Dioses del Olimpo, en llevársela, quizás ellos la querían más pronto en el cielo que difundir sus versos entre los mortales de la tierra, quienes mayormente siempre, siempre son ingratos y desdeñosos ante la poesía. Otro poema que rescatamos de aquella década del 80, es el poema “Caminos de América”, donde dice: “Arden los vientos de los lejanos pueblos / con sus cayados gastados, para trajinar con sus arrebatos de cantos y llantos que salen de los cálamos / en esta larga ruta de América, para dar fuerzas a un destino mayor de redención definitiva”. La poesía de Mílida se nutría de elaborado lirismo, y de bronco arraigo hacia la tierra, donde reflejaba una identidad rebelde que conciliaba con su forma de ser, arisca y expansiva. Mílida como Serapio Salinas, nos enseña que la mesura poética, el estar en contra del exhibicionismo, del exaltado ego, es un defecto en los poetas, que parte de la línea del poeta, es la vida sencilla y espontánea, el vivir poesía en carne propia, el saber cultivar las amistades eternas, el amar la vida sin pensar en dañar a nadie. Ambos que no publicaron poemarios orgánicos, seguramente serán mejor recordados porque en definitiva la poesía pertenece más al mundo de los ascetas que de los figurines.

La muerte para un poeta que muere es doble acontecimiento, ya que por un lado es una mimesis con la eternidad y la levedad de la inexistencia, y por otro lado es la forma casi divina de hacerse un verso a si mismo. Como buenos andinos, que también Mílida lo era, cantemos y bailemos, junto a ella, puesto que la poesía y la muerte tienen de común ser espirituosos y lastimeros y por lo que no tiene uno porque privarse de la alegría y de romper en canto como lo hubiera hecho Mílida ante otro u otra poeta. Con el poema Pueblo de Muertos, publicado en Poesía Viva, en 1985, Milida también muestra esa familiaridad con la muerte al decir: “Hoy la catedral no se ha abierto / Los muertos que no tienen problemas están haciendo otro pueblo / y nosotros los miramos agonizar a los vivos todos los días / y aun no mueren, los vivos sólo aúllan sus problemas, ya no dan más, por eso si los muertos harían un pueblo, mañana seríamos verdaderamente puros y plenos en autenticidad”. En esta parte ironiza a vallejo cuando señala que ”Los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que no han vivido. Ellos murieron siempre de Vida”, La poesía de una mujer plena se vá, y es momento para que el Centro de Escritoras de Puno, pudieran hacer un rescate de la poesía de Mílida, es oportuno que la Gerencia de Desarrollo Social del Gobierno Regional gerenciada por el Poeta Percy Zaga edite su poemario, como homenaje a la mujer puneña, que es justo decir encarnada en mujeres como Mílida, que siendo puneñas de yunque, encarnan la lucha de la mujer de este lado del sur que aún tiene que vencer los avatares machistas, la convencionalidad también machista de no siempre dar un lugar a una escritora mujer en los espacios de la cultura y su realización como seres sociales de quienes tenemos mucho que aprender y contar para la construcción de una nueva región y un nuevo país. Descansa en paz apreciada poeta.
FUENTE: http://www.losandes.com.pe

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